lunes, 19 de noviembre de 2007

VALORACION DE EMPRESAS (1ª parte)

En artículos de números anteriores de la revista, hemos visto la importancia de la due diligence a la hora de comprar una empresa o un negocio. Ésta, como ya vimos, reviste una especial relevancia pues los datos facilitados por la due diligence son esenciales normalmente, para determinar el valor de la empresa o del negocio.

Tanto si decidimos vender nuestra empresa, como si queremos comprar un negocio, el precio es fundamental tanto para el comprador como para el vendedor. Éste, se establece a través de un método de valoración. Si no se utiliza un método de valoración apropiado, lo más probable es que se venda a un precio inferior al real (lo que supone una pérdida de dinero para el vendedor) o que se compre a un precio superior a su valor real (lo que supone una menor rentabilidad para el comprador y en muchos casos, una mala inversión).

Es importante saber que lo que determina el valor de una empresa son las expectativas de rentabilidad de los activos que ésta tiene en ese momento, así como la rentabilidad de las inversiones futuras, desde el momento actual y hasta el infinito. Por ello, la valoración es independiente del horizonte temporal de la inversión. Es decir, el horizonte temporal (ya sea a cinco o a diez años) no afecta a la valoración, puesto que en el momento de la desinversión, el valor que se recibe equivale al valor en ese momento de las expectativas de la empresa desde entonces y hasta el infinito.

Además, debemos tener en cuenta que el valor de la empresa depende del riesgo asociado a la inversión. Es decir, no puede hablarse de valor si previamente no se ha determinado la tasa exigida, y ésta depende del nivel de riesgo.

Un método de valoración apropiado, se debe basar en flujos de caja (cash flow) y no en magnitudes contables como son los beneficios. El cash flow nos indica los fondos que son generados por los activos de la empresa con independencia de su estructura de capitales. Es decir, el conjunto de recursos originados por las operaciones de la empresa, una vez deducidos los impuestos asociados a su generación, así como las inversiones necesarias para originarlos (en este caso la necesidad de inversión procede tanto del activo inmovilizado como del circulante). En la generación de recursos, el cash flow, a diferencia de los beneficios, no está sujeto a la subjetividad de las políticas contables. Frente a un concepto puramente contable como es el beneficio, el método de valoración se debe basar en un concepto financiero como es el cash flow.

Una valoración que actualice el valor de los cash flows esperados recogerá todos los matices, tanto del balance como de la cuenta de resultados. En particular, recogerá el efecto de las inversiones de la compañía y además considerará el valor temporal del dinero.

Es importante resaltar que el valor de la empresa es aquel que puede permanecer de forma estable mientras no cambie la información correspondiente a las expectativas incorporadas en el mismo, ni las condiciones del mercado.

En el próximo número de la revista, analizaremos cómo el crecimiento puede afectar a la valoración de la empresa, las dos fases del proceso valorador y la importancia de las previsiones a la hora de realizar la valoración.

No hay comentarios: