lunes, 19 de noviembre de 2007

VALORACION DE EMPRESAS (2ª parte)

En este artículo vamos a analizar cómo afecta el crecimiento a la valoración de la empresa, las distintas fases del proceso valorador y la importancia de las previsiones en la valoración.

A la hora de establecer el valor de una empresa, debemos considerar la siguiente premisa: el crecimiento no aporta valor.

El crecimiento no puede ser un objetivo en sí mismo. El crecimiento, siendo importante, no es un determinante del valor de la empresa. Su importancia reside en que la tasa de crecimiento esconde y representa el verdadero determinante del valor de la empresa, que es la rentabilidad obtenida por las nuevas inversiones, y la medida en que la rentabilidad obtenida por esas nuevas inversiones supere el coste de oportunidad.

De hecho, si una empresa crece produciendo una rentabilidad menor que la deseable, es mejor que no crezca.

La rentabilidad de las inversiones, y no el crecimiento, es el motor de generación de valor de una empresa.

Si el crecimiento no es más que el resultado de las nuevas inversiones, entonces el crecimiento no aportará necesariamente valor; sólo aportará valor que las nuevas inversiones generen una rentabilidad superior a la considerada en el momento inicial. En ese caso, el crecimiento si aportará valor a la empresa, y permitirá que éste sea superior al mero valor de los activos. Ello implica que, si la rentabilidad de las nuevas inversiones es superior al coste promedio ponderado del capital, las nuevas inversiones tendrán un valor actual neto positivo, por lo que el crecimiento añadirá valor. Cuanto más crezca la empresa en inversiones rentables, mayor será su valor. Por el contrario, si la rentabilidad de las nuevas inversiones es inferior al coste promedio ponderado del capital, las nuevas inversiones tendrán un valor actual neto negativo, por lo que el crecimiento restará valor. Esto significa que en el caso de que la rentabilidad de las nuevas inversiones sea igual al coste promedio ponderado del capital, el crecimiento es irrelevante a efectos de valoración.


En lo que respecta al proceso valorador, debemos considerar dos fases:

1.- Escenario coyuntural (escenario a corto plazo)

Éste abarca el período para el cual es posible elaborar unas previsiones detalladas de la evolución futura de los fondos generados por la empresa.

Este análisis “previsional” es la base de la valoración.

Para el cálculo de las previsiones se deberán tener en cuenta tanto posibles plusvalías latentes como posibles pasivos contingentes. Además, habrá que considerar también aquellos ingresos y gastos no recurrentes. Es decir, hay que ajustar todas aquellas magnitudes ajenas al beneficio recurrente de la empresa y que dada su naturaleza coyuntural se pueden valorar mejor como stock que como flujo.


2.- Escenario estructural (escenario a largo plazo)

En este escenario, ya que se carece de información diferencial, se aplica una tasa de crecimiento constante.

Llamamos valor residual al valor que se estima vaya a tener la empresa en el momento de finalizar el escenario coyuntural. Puesto que debemos considerar su valor actual, éste será necesario descontarlo al momento actual.


El valor de la empresa por lo tanto será la suma del escenario a corto plazo (valor actual de los fondos generados desde el momento actual hasta un determinado año) más el escenario a largo plazo.

VALORACION DE EMPRESAS (1ª parte)

En artículos de números anteriores de la revista, hemos visto la importancia de la due diligence a la hora de comprar una empresa o un negocio. Ésta, como ya vimos, reviste una especial relevancia pues los datos facilitados por la due diligence son esenciales normalmente, para determinar el valor de la empresa o del negocio.

Tanto si decidimos vender nuestra empresa, como si queremos comprar un negocio, el precio es fundamental tanto para el comprador como para el vendedor. Éste, se establece a través de un método de valoración. Si no se utiliza un método de valoración apropiado, lo más probable es que se venda a un precio inferior al real (lo que supone una pérdida de dinero para el vendedor) o que se compre a un precio superior a su valor real (lo que supone una menor rentabilidad para el comprador y en muchos casos, una mala inversión).

Es importante saber que lo que determina el valor de una empresa son las expectativas de rentabilidad de los activos que ésta tiene en ese momento, así como la rentabilidad de las inversiones futuras, desde el momento actual y hasta el infinito. Por ello, la valoración es independiente del horizonte temporal de la inversión. Es decir, el horizonte temporal (ya sea a cinco o a diez años) no afecta a la valoración, puesto que en el momento de la desinversión, el valor que se recibe equivale al valor en ese momento de las expectativas de la empresa desde entonces y hasta el infinito.

Además, debemos tener en cuenta que el valor de la empresa depende del riesgo asociado a la inversión. Es decir, no puede hablarse de valor si previamente no se ha determinado la tasa exigida, y ésta depende del nivel de riesgo.

Un método de valoración apropiado, se debe basar en flujos de caja (cash flow) y no en magnitudes contables como son los beneficios. El cash flow nos indica los fondos que son generados por los activos de la empresa con independencia de su estructura de capitales. Es decir, el conjunto de recursos originados por las operaciones de la empresa, una vez deducidos los impuestos asociados a su generación, así como las inversiones necesarias para originarlos (en este caso la necesidad de inversión procede tanto del activo inmovilizado como del circulante). En la generación de recursos, el cash flow, a diferencia de los beneficios, no está sujeto a la subjetividad de las políticas contables. Frente a un concepto puramente contable como es el beneficio, el método de valoración se debe basar en un concepto financiero como es el cash flow.

Una valoración que actualice el valor de los cash flows esperados recogerá todos los matices, tanto del balance como de la cuenta de resultados. En particular, recogerá el efecto de las inversiones de la compañía y además considerará el valor temporal del dinero.

Es importante resaltar que el valor de la empresa es aquel que puede permanecer de forma estable mientras no cambie la información correspondiente a las expectativas incorporadas en el mismo, ni las condiciones del mercado.

En el próximo número de la revista, analizaremos cómo el crecimiento puede afectar a la valoración de la empresa, las dos fases del proceso valorador y la importancia de las previsiones a la hora de realizar la valoración.

EL CONSEJO DE ADMINISTRACION (2ª parte)

INFORMACION A ANALIZAR EN EL CONSEJO, QUE ESPERAMOS DE SUS INTEGRANTES ¿Y COMO PONERLO EN PRACTICA?

En la primera parte del artículo, en la publicación anterior, analizamos el por qué del Consejo de Administración. También vimos la función de los Consejeros y algunos Comités que se forman.

En este segundo artículo, veremos qué información hay que analizar en un Consejo de Administración y qué se espera de sus miembros. Además, veremos como implementar un Consejo de Administración en las pequeñas y medianas empresas.

En primer lugar, el Consejo de Administración debe reunirse cuando lo requiera el interés de la Sociedad. Yo recomiendo que cómo mínimo, se reúna cada dos meses. La reunión debe ser convocada por el Presidente, quien además, es responsable del establecimiento del orden del día, así como de la distribución de la información que se vaya a analizar. Mi recomendación es que alguno de los consejeros externos (si hay), participe junto con el Presidente en la planificación de los contenidos.

En lo referente a la información a analizar en el Consejo de Administración, regularmente se debería analizar:
• Información financiera del período, comparada con el presupuesto y con el año anterior
• Análisis de las variaciones, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo
• Plan de acción, para conseguir los objetivos marcados
• Información detallada de las ventas y de los márgenes
• Información detallada de los costes
• Inversiones a realizar, así como su análisis de rentabilidad
• Informe de riesgos

Además de la información regular, una vez al año el Consejo de Administración deberá aprobar y analizar:
• El Presupuesto
• El Plan estratégico
• El Informe de auditoría
• La remuneración de la alta dirección
• El sistema de incentivos a la dirección
• Los planes de sucesión de la empresa para la alta dirección

El Consejo de administración, además deberá formular las cuentas anuales, el informe de gestión y la propuesta de distribución del resultado, que serán aprobados por Junta.

Si analizamos qué se espera de los miembros del Consejo, mi recomendación es en primer lugar no contar únicamente con un grupo de especialistas y contar al menos con un Consejero externo, que aporte su visión independiente y objetiva de la empresa, así como su experiencia. Los Consejeros deben ser personas cualificadas, capaces de aportar valor añadido a la empresa, que sean capaces de tomar decisiones difíciles y que cuando sea necesario, discrepen de la dirección general. Los Consejeros tienen que involucrarse en la estrategia y planificación a largo plazo, especificando los temas en los que la dirección de la empresa se tiene que enfocar. Los Consejeros, en definitiva, deben crear valor para la empresa, velando al mismo tiempo por los valores de la empresa.

Por último quiero resaltar que el Consejo de Administración debería institucionalizarse no sólo en grandes corporaciones, sino también en pequeñas y medianas empresas, con el consiguiente valor añadido que para éstas supondría. Estas empresas pueden integrar un Consejero externo, que aporte su experiencia y visión objetiva de la empresa, enfocándose en el largo plazo y dando soporte a la dirección en la estrategia, las finanzas corporativas y la planificación. Además, este Consejero podrá centrarse en aquellas áreas donde los directores internos tendrían conflictos de interés.